Declaración por la Paz contra la agresión y la violencia

2020-10-09T14:13:12-03:00 9/10/2020|Categorías: Institucional|Etiquetas: , , , , , |

Ante el agravamiento de la situación en Nagorno Karabaj reiteramos nuestro repudio a la ofensiva militar a gran escala que el Estado azerí lleva adelante a lo largo de toda la frontera con la República de Artsaj. Asistimos a una agresión desmedida, dirigida a asentamientos civiles, incluida la capital de Artsaj, Stepanakert y alertamos sobre los riesgos de un posible plan de exterminio masivo de armenios en la región.

Las muy equipadas fuerzas armadas de Azerbaiyán podrán lograr un avance militar, pero eso de ninguna manera podrá significar el fin de la vida y la cultura Armenia en Nagorno-Karabaj. Solo será la condena del propio pueblo azerí que, al apoyar discursos de odio, habilita potenciales prácticas genocidas.

Desde 2016, sigue habiendo una serie de enfrentamientos fronterizos, amenazas e instancias de violencia entre Azerbaiyán y la República de Artsaj. En julio de este año, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, amenazó con bombardear la planta de energía nuclear de Armenia, lo que podría tener consecuencias catastróficas para la población civil de toda la región, especialmente a ambos lados de la frontera entre Turquía y Armenia, un amenaza similar a los eventos sucedidos en Chernobyl, pero de forma totalmente deliberada.

Si bien el conflicto se remonta a finales del siglo pasado, en 1994 se había alcanzado un “alto el fuego”a partir de la mediación del grupo MINSK dirigido por Rusia, Francia y Estados Unidos y conformado por Bielorrusia, Alemania, Italia, Suecia, Finlandia y Turquía, así como por Azerbaiyán y Armenia. El grupo MINSK es parte de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (en adelante OSCE)

La política exterior y de seguridad de Azerbaiyán y las declaraciones cada vez más claras de su presidente y otros dignatarios (con especial atención a las declaraciones del primer ministro tuco Erdogan) sugieren que la intención excede a la práctica de guerra (condenable per sé) para advertir la posibilidad de un exterminio sistemático sobre población no armada que es caracterizada como “enemiga” por ser parte de otra cultura; esto es, lisa y llanamente, un posible genocidio.

Las hostilidades más recientes, llevadas a cabo por el Estado azerí, comenzaron el 27 de septiembre de 2020 y hasta la fecha la violencia azerí y la defensa de Artsaj y Armenia continúan en una escalada sin precedentes en los últimos años. El accionar del gobierno de Aliyev contradice todas las normas internacionales de derechos humanos. Los informes junto al registro fílmico y fotográfico de los lugares bombardeados demuestran que Azerbaiyán ha bombardeado asentamientos a decenas de kilómetros de la Línea de Contacto, además de dirigir ataques dirigidos contra espacios civiles, como escuelas, hospitales y barrios residenciales, causando daños de todo tipo, entre los cuales hay víctimas mortales entre la población civil.

La participación militar de Turquía (miembro del grupo MINSK) en el conflicto entre la República de Artsaj y Azerbaiyán agrava la situación y podría ser sumamente dañina para la seguridad de toda la región. No es ningún secreto que Bakú, con el apoyo indiscutido de Turquía, pretende asumir el control de la República de Artsaj. Como mencionamos, no será extraño que este accionar conduzca a prácticas de limpieza étnica y / o genocidio. Estos temores están lejos de ser infundados, Los armenios experimentaron un genocidio bajo el dominio otomano en 1915, y la participación turca en este conflicto tiene la posibilidad de reavivar un trauma que se ha transmitido de generación en generación. Las consecuencias de esta guerra se extienden más allá del conflicto mismo, ya que la limpieza étnica y el genocidio son una amenaza real para los armenios dentro de la República de Turquía y para aquellos que viven en la República de Artsaj.

Las organizaciones de derechos humanos de Argentina se han pronunciado, la comunidad armenia de todo el mundo se ha pronunciado, falta la decisión de aquellos que son responsables y tienen el poder para frenar esta escalada de violencia irracional de nacionalismo extremo. Los Derechos de autodeterminación consagrados en el Acta Final de Helsinki de 1975.

Anhelamos la urgente reanudación al diálogo, el cese al fuego y la paz en la región basada en la plena vigencia del principio de autodeterminación de los pueblos. La población civil no puede ser víctima de los intereses económicos y la presión de las potencias regionales. Lamentamos la pérdida de vidas y repudiamos los discursos nacionalistas y violentos esgrimidos bajo la bandera del odio al “otro”.

En momentos de Pandemia y Guerra consideramos fundamental la plena vigencia del Derecho Internacional y del Derecho Internacional de los DDHH para una rápida y efectiva resolución del conflicto. Instamos a la comunidad internacional a no mirar hacia otro lado mientras que las víctimas civiles se toman como botines de guerra, y pregonar, con hechos, los principios de la fraternidad entre los pueblos. En palabras del Papa Francisco I, un mundo más justo, sólo se logra con la paz.

Compartimos también el mensaje de paz del Papa Francisco en la Audiencia General del 9 de septiembre, la Declaración del Instituto Zoryan y la carta que académicos del Instituto Zoryan enviaron Primer Ministro canadiense.

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