Grace Gibson, pasante británica de la FLH, participó de una actividad educativa y cultural con 150 estudiantes de varias escuelas porteñas y del Gran Buenos Aires en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. La obra de teatro «NoMeOlvido», dirigida por profesionales del Teatro Tadrón, se presentó para los y las estudiantes. Un breve relato de su experiencia.
Uno de los objetivos principales de la FLH es promover los Derechos Humanos. A través del Programa Educativo Derechos Humanos y Genocidios, se realizam talleres educativos de acuerdo con el sentimiento ‘generar conocimiento debe generar conciencia’. Ayer tuve la suerte ir a uno de estos talleres dirigido por la FLH en conjunción con el Consejo Nacional Armenio.
Asistieron aproximadamente 80 estudiantes de escuelas secundarias en las distintas provincias de Buenos Aires. El objetivo del taller no solo era educar a los estudiantes sobre los hechos horrorosos del genocidio armenio, sino más bien generar compasión y comprensión en una generación sin experiencia de tragedia a esta escala. Se comenzó con una obra del teatro sencilla pero poderosa, con solo tres intérpretes y poca palabra hablada. Por medio de la danza, el movimiento y la música, los intérpretes transmiten emociones secuenciales de conmoción, horror, tragedia, pérdida, desesperación y, finalmente, resistencia, valentía y coraje. Retrataron el horror del genocidio no a través de su enorme escala, sino en la devastación que creó en las vidas de las familias y los individuos.
Después de esto, los estudiantes se dividieron en grupos más pequeños para reflexionar sobre el rendimiento; las emociones que evoca y la importancia de la memorialización. Se les preguntó por una frase que describiera sus sentimientos y por qué recordamos. Aparte de las respuestas obvias del dolor y tristeza, igualmente se discutió sobre la fuerza y fortaleza de los sobrevivientes, y la idea de abrazar su dolor y reutilizarlo como combustible en la lucha por la verdad y la justicia. ¿Cuándo se termina un genocidio? No con el último asesinato de una víctima, la caída de un dictador o el fin de un régimen. ¿Cuándo los perpetradores se arrepienten? ¿Cuándo los estudiantes en escuelas turcas participan también en talleres de genocidio y se toman el tiempo para recordar las vidas de los afectados? Finalmente, ¿por qué es importante recordar épocas del sufrimiento tan intenso y reanimar este dolor y trauma emocional?
Las frase que escribieron los alumnos reflejaron todos estos sentimientos, y eran pensativos y conmovedores. Un grupo escribió “cuando la injusticia se hace ley, así sin compasión, la idea de lucha se convierte en una obligación. Luchemos por la memoria y la justicia. Somos herederos del reclamo”. Otro escribió “el olvido es la manera más fácil de matar un pueblo. El pasado es la forma de recordar quienes somos. Recordar es dar vida”.
Igualmente, repensar la memoria fue el propósito del último ejercicio y lo más conmovedor. Todos recibieron el nombre de una víctima para leer en voz alta uno por uno hasta que se hayan pronunciado más de 80 nombres. En lugar de ser borrados, como era la intención de los perpetradores, o convertirse en una estadística entre la incomprensible escala del genocidio, devolvieron su identidad; de esta manera devolvieron su dignidad. Esto crea una apreciación de que, no solo fueron asesinatos individuales, sino que fueron padres, hijos, madres, hijas, amigos y parientes. Este es el propósito de estos talleres y el objetivo de la FLH; reclamar el genocidio de sus perpetradores y dar la vida metafórica y el respeto retroactivo a sus víctimas por medio de elevando la conciencia social de los Derechos Humanos.
Dejá un comentario